Nacía tal día como hoy, cumpliendo su 180º aniversario, un 10 de Marzo de 1833, en la ciudad de Guadix (Granada), uno de los escritores más abanderados del siglo XIX español: Don Pedro Antonio de Alarcón.
De familia aristócrata (su abuelo era regidor de Granada, contando con antepasados que presenciaron la toma de esta ciudad y lucharon junto con Carlos V), la guerra de independencia arruinó sus capitales, obligando al joven Pedro a ingresar en el seminario. Se trasladó más tarde a la capital a estudiar Derecho, carrera que tuvo que interrumpir por falta de recursos económicos. Ante esto, su padre le aconsejó que ingresara en el Seminario de Guadix para ejercer el sacerdocio, pero su temperamento revolucionario antidinástico y anticlerical lo hacen viajar a Madrid en busca de la fama literaria, no sin antes haber escrito en la prensa del entonces como en El Eco del Comercio.
El sin sabor inicial que le trajo Madrid lo hizo regresar a Granada donde se embarca en Pero fue al regresar a la capital de España donde sufre una transformación a raíz de su colaboración con El Látigo. Evidenciando a la reina Isabel II, uno de sus defensores Heriberto García de Quevedo, lo desafía a un duelo, fallando Pedro Antonio el primer tiro, el segundo le perdona la vida tirando al aire, consciente, tal como apuntan sus biógrafos, que ante él tenía a uno de los ingenios literarios más prometedores de su siglo. A raíz de este episodio, Alarcón abandona la redacción de El Látigo, pues sufre una grave crisis moral que le obliga a retirarse y a descansar en Segovia. A su regreso a Madrid, Alarcón aparece profundamente transformado, olvidando su faceta revolucionaria.
En 1859 se enrola como voluntario y trabaja como el primer corresponsal de guerra en África. Sus escritos, difundidos en periódicos, se recopilaron bajo el título de Diario de un Testigo de la Guerra de África, volviendo el autor dolido de heridas pero condecorado, lo que le supuso una fama inminente.
Protegido por O’Donnel, reside en Madrid, y es diputado por Cádiz, hasta que se exilia a París, por su apoyo a la Unión Liberal y regresa para luchar en la batalla de Alcolea, donde ve la marcha de Isabel II. Por aquel entonces, apoyó al duque de Montpensier, y con el poco fructífero reinado de Saboya es un firme defensor de Alfonso XII.
En su vida como escritor cuenta ya con El hijo prodigo, Muere en su casa de Valdemoro (Madrid) tras haber sufrido un derrame cerebral el 19 de julio de 1891.
Este autor influenciado por muchos otros, como Victor Hugo, Edgar Allan Poe o Espronceda, fue contemporáneo de importantes escritores como Bécquer, Rosalía de Castro, Galdós, Valera, Pereda, el duque de Rivas o Pardo Bazán entre otros. Su paso del romanticismo donde se puede ver en El Capitán Veneno hasta el Realismo de costumbres con El sombrero de tres Picos, hacen muy amplio el registro estilístico, conservando siempre, la forma corta y teniendo buena crítica al respecto. Y es que sin lugar a dudas, lo bueno y breve, es dos veces bueno.
Sire
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