Muchas veces pienso en el día en que me recibas con un beso, en el que me cojas de la mano y me lleves donde tus pesadillas más peculiares te arrebatan de mi lado. No hay distancia más grande que donde estás, así que fijemos un punto a mitad de camino, coge tus bienes más preciados y el perfume de los amaneceres que contemples hasta nuestro encuentro. Quiero quererte como quiero que me quieras, como te querré en ese encuentro, como quiero que permanezca. No es un para siempre, pero sí hasta que el cuerpo aguante de tantos días, tanta desazón y tanta espera. Porque el tiempo pasa y siempre esperamos al mañana, se trata pues de un conflicto de palabras, porque...¿y si el hoy pasase a llamarse mañana?¿se darían cuenta los mortales de su corta y vulnerable existencia? Lo único que hacen es arrepentirse del tiempo perdido, de las cosas que podrían haber hecho, cuando en realidad la mayoría de ellas pueden hacerlas en ese mañana. Asimismo me veo obligada a discutir cuán maliciosa es la distancia, porque no se trata solamente de espacios vacíos entre los dos, sino de un tiempo consumido sin aprovechamiento alguno, porque mi mente se cierra pensando en que primero te miro, luego te beso y después regreso al malgastado mundo de los sueños.
Noa
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