Está bien definida la línea de fuego, considerada y materializada durante los pasados días en las que los periódicos tanto de una ideología más conservadora (El Mundo) como más progresista (El País) han sacado a la luz, por medio de curiosas investigaciones -cosa que la sociedad, de corazón, lo agradece- cómo la parte más corrupta de la política sale a la luz y brota en el momento menos indicado pero quizá más necesario. Es probablemente una de las pocas veces en las que la opinión pública ha aunado fuerzas para compartir esa repulsa generalizada contra estas actuaciones de parásitos. Los mismos diarios más derechistas como el ABC o la Razón volvían sus páginas de un escepticismo sepulcral, quedando absorbidos por las circunstancias.
El gobierno acorralado, aun sabiendo que ya tenían colgado el san benito, ha hecho muestra de la excepción que confirma la regla. Desde la época del tratado de unificación de Falange con los tradicionalistas (FET-JONS, 1937), de siempre han estado inseparables, pero ahora, cuando las vacas flaquean, se ven claras discrepancias entre los que se embolsicaban los sobre sueldos, y los que ignorantes, quizá por quedar bien para cuando llegase este momento, como el caso de la señora Aguirre, que muestra una capa de honradez efusiva; o por plena inocencia que compartía con el del correo que llevaba y traía de acá para allá sin conocimiento de causa. ¿Quién sabe lo que se cuece en la calle Génova? Algo así como una jauría de perros hambrientos que se ladran y se echan la patata caliente sobre su tejado.
Nuestro país, por lo que se ve, colecciona crisis: económica, política, de confianza, democrática, moral… y para antes de que otra vez la gente se vuelva a echar a las calles, sale el señor presidente del gobierno de la nación a decir que todo es falso, “salvo alguna cosa” ¿Caballero? ¡Guárdese la sin razón para cuando no sea nadie, que ahora le toca ejercer el cargo! Díganme, todos ustedes, que en su sano juicio, a esto no se le pueda llamar sinvergüencería. Menudo plan.
Los perros mientras aullando, y alegres algunos se quedan, cuando el tema de las letras de imprenta a los tribunales de justicia pasa. La realidad de todo esto es, que si mediamos por la legislación, vamos a dos velocidades distintas. Ya quisiéramos todos que los tribunales procesaran en su momento, y no como tan acostumbrados nos tienen, a sacar noticias de juicios de casos, de hace… tres o cuatro años mínimo.
A la fiesta se animan, como no puede ser de otra forma, los distintos partidos políticos. El señor Rubalcaba, por decir alguien, sale, acto seguido de las palabras tras pronunciarse y evidenciarse el señor presidente del gobierno, alegando y exigiendo su dimisión. Y que rulen cabezas ya puestos, que se pruebe una tercera república y una tapita de anarquía, por saborear un poco de todo, si ya puestos. La verdad es, que el jefe de la oposición, se ha columpiado bastante, cuando no se lo cree, probablemente, ni él mismo. Y si hablamos del resto, que son bien pocos, sabemos que el de esa izquierda plural, o unida, que al fin y al cabo, nunca está junta –el señor Cayo Lara- ya lo tacharon de oportunista en su momento, le dolió, y sabe que hay momentos inevitables en la vida, en la que se invita a guardar silencio; y UPyD, por su parte, que innegablemente está ganando posiciones creando un manifiesto anticorrupción y antitodo, que veremos a ver a dónde vamos a llegar. Sin duda diré que hay dos entes en este mundo a las que no los sitúo ni posiciono en derechas o izquierdas: el primero es Dios, la segunda Rosa Díez.
No olvidemos por su parte a los jóvenes ¿Es que nadie piensa en los niños? Me parece una falta tremenda de respeto la de estos ministros incompetentes. Regocijados en sus cómodos sillones, con sus maletines de piel y sin dar palo al agua. Ministerios como el de empleo, que da risa. Y mientras, nuestros jóvenes, generaciones de mentes valiosísimas emigrando. Ya es para que le diera por pensar en un plan B, aunque claro está, que se ve que es más productivo y se saca más rendimiento a una contabilidad B.
Como ven, no es nada personal, pero esto ya es alarmante. Demos gracias a que la sociedad española actual, es ejemplar, que siente, calla y padece sus males sin hacer mucho jaleo. Pero no se equivoque, señor Rajoy, que yo no salga a manifestarme no quiere decir que no tenga motivos para hacerlo. Que no me incluya dentro de esa sociedad que convierte en minoría a esas personas que valerosas y pacíficas reivindican sus derechos. No se aproveche de mi silencio.
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