Esta tarde a las puertas de mi universidad, escucho una de estas charlas que se tienen con café y cigarro en la mano…
Hablan de mi querida España, y de la no tan deseada situación de crisis económica ( y de algo más) que padecemos como enfermos del cólera.
Divertido e interesante resulta ver y escuchar a nosotros los españolitos medios, y ver reflejo cruel de que no somos tan distintos a nuestros abuelos ni tatarabuelos.
Hablan de mi querida España, y de la no tan deseada situación de crisis económica ( y de algo más) que padecemos como enfermos del cólera.
Divertido e interesante resulta ver y escuchar a nosotros los españolitos medios, y ver reflejo cruel de que no somos tan distintos a nuestros abuelos ni tatarabuelos.
La historia cambia o eso parece pero el español es impasible. Señores somos seres cínicos, para empezar. Nosotros vemos la vida, como bien decía Valle-Inclán, a través de un espejo cóncavo. La realidad que nosotros vemos en ese espejo no es sino la misma deformación absurda de lo que nos rodea, si todos hacen las cosas bien, nosotros las hacemos igual pero al revés. Tratamos los temas más serios con la mayor de la desvergonzonería y el descaro propio de un adolescente. Jugamos. Si en el juego ganamos somos los mayores vencedores que jamás pisaron tierra, héroes inmortales capaces de construir imperios, si las cosas van bien nos jactamos de ser los mejores. Pero ¿y si perdemos? Si perdemos, ay si perdemos, si las cosas van mal, el español sufre por encima de sus posibilidades, todo lo que hacemos es horroroso, nos rebajamos y todo aquello que hacen los demás es mejor. Y yo como no voy a ser menos que mis compatriotas os digo que el problema somos nosotros…
Si, nosotros los que nos apocamos en las situaciones difíciles, y cuando digo nosotros me refiero al español que se pone a hacer cola en el INEM, que al político quien le da el poder somos tú y yo, no nos equivoquemos y es nuestro el deber de quitarlo. Compañeros que leo a diario y que abogan por una supresión completa del sistema actual para la implantación de otro, el comunismo. Declaro que yo no soy partidaria ni partidista de este sistema, me parece peligroso y no comparto la mayoría de sus postulados, pero una cosa si he de reconocer y son esos compañeros que proponen y se levantan a luchar por cambiar la vida en nuestro país, que no se limitan a ir como borregos a una manifestación o a quedarse en su casa como ovejitas. Éstos no se quejan sin más, salen a la calle con ideas, mejores o peores, pero con ganas de cambiar lo que pasa, que quizás la revolución que ellos buscan es distinta a la que busco yo, pero piensa por sí mismos, se levantan. Y aquí viene otra de nuestras características definitorias, los españoles somos unos seres tremendamente pasivos, pasivos al dolor y pasivos a la injusticia, y es que creemos que esta vida es mera exageración y lo que acontece en ella es representación teatral de magníficos autores, somos insolidarios e incrédulos para el dolor. Vayamos poco atrás, nos hizo falta el suicidio de una pobre desahuciada para exigir encarecidamente a nuestros portavoces, aquellos que “nos representan” medidas para que se frenen la salida de los hogares de nuestros vecinos. Pero no tenemos que ir a ese extremo, pensemos por un momento en si conocemos a alguien, algún amigo, quizás un familiar que oculte y mueva dinero en B, que no declare pero que se beneficie de ayudas del Estado. Probablemente conocemos muchos casos de este tipo, que no es más que otro tipo de fraude y que no nos resulta nada escandaloso y no denunciamos a viva voz. Nosotros dejamos que pase, por eso sigue pasando.
Por último, pero no por eso menos importante, sufrimos un serio complejo de inferioridad. Somos los peores, mira Alemania o Francia ¿por qué ellos no y nosotros si? Por favor, dejemos de creer que nuestras capacidades son menores, lo que es menor es nuestra orientación política, el empleo de nuestros recursos es pésimo, tenemos mentes brillantes que pagan sus propios proyectos o emigran para continuar sus tesis, tenemos materia bruta pero la dejamos escapar.
Después de toda esta gran queja, que me viene al pelo como buena españolita que soy, os digo algo que me dijo a mi un filósofo hace ya unos meses, reza tal : “Piensen, piensen, piensen, que es gratis, y además da mucho gustito, y si no piensan siempre habrá alguien dispuesto a hacerlo por ustedes”
Santiago Ramón y Cajal. Premio Nobel de Medicina 1906
Liz

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