Saturday, January 26, 2013

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Recuerdo una de esas tardes de manos congeladas y temblorosas que pedían a gritos acercarse a la vera de un radiador. Habiendo pasado un poco el tiempo de aquella clase de cello en el conservatorio, su nombre, sonaba con mayor fuerza que la misma música: Jacqueline du Pré. Era la primera vez que lo escuchaba, aunque quizá ya lo conocía.

Jacqueline du Pré, nacida tal día como hoy, en el Oxford de 1945, era una joven linda, cuya vida y circunstancias la hicieron brillar como mito celebérrimo en la historia. Fue condecorada con la Orden del Imperio Británico, pero ningún premio podría igualarse a la evasión y a la libertad por la que conducía con su violonchelo Stradivarius D. 1712.

Esta mujer, a la que con 28 años, una enfermedad, esclerosis múltiple, la obligaba a retirarse y a postrarse en una silla de ruedas, sin sensibilidad alguna en las manos, hasta que en 1987, la muerte sesgara su alma, alzándola como referente de la mujer luchadora y una de las más importantes que han sabido escribir su nombre en la historia de la música.

“…con su melena envidiable y siempre una sonrisa” decía. Asombroso, es verla, en el concierto para cello de Elgar, con la dirección de orquesta de Barenboim, su marido.

Este instrumento gana un papel importante en el siglo pasado. En numerosos casos se abandona la madera para darle forma con otros materiales como la fibra de carbono o el aluminio. Es por excelencia el que aboga por la libertad, por la paz, con la pureza de sus cuerdas que claman y luchan por solventar por medio de la música los desastres de la guerra. Ejemplo vivo el de la imagen que nos dejó Rostropóvich tocando en el muro de Berlín a Bach; Pau Casals en protesta de los conflictos bélicos, donde rechazó los honoris causa de la universidad de Cambridge y Oxford, por no haber actuado a tiempo el gobierno británico contra la dictadura del general Franco; o Vedran Smajlóvic tocando en 1992 en las ruinas de la Biblioteca Nacionalde Sarajevo producto de las guerra de Bosnia.

Era pasión lo que sentía, era viveza, hacer un todo entre tantas cosas y enfocarlo de un modo bello para el público oyente. El mito trágico que la condujo hacia la legendaria mirada que sellada queda en las páginas de la historia.


Sire

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