El brazo del viejo invierno ha quedado entumecido después de tantos suspiros lanzados por transeúntes. Vaga por las calles solitario echando miradas furtivas al atardecer que le hace viajar a pensamientos de épocas marchitas. Un fatídico día renuncia a todo lo que creía y deja como único testigo un libreto. La música va acompasada a su memoria, pasos, suspiros. Una marcha fúnebre sobre balas desperdiciadas en tributo a la calma que desprenden los poetas sin musa. Se recrea en Adagio, muere con tocata y fuga, pero ya no invaden su mente haciendo que su esencia vuele sin leyes físicas de por medio. ¿Cómo podría haber imaginado él que la causa de su sueño fuese un infierno de mares en calma? Caminaba con el rumbo de los pájaros al hablar, de los anillos de los árboles, pero sobretodo con la mente limpia y enorgullecida de poder caminar descalzo.
Noa
0 comments:
Post a Comment