Hay que leer con mucha madurez la obra del Marqués de Sade; mi pensamiento hacia el acto sexual es abierto, no lo considero una práctica indebida, pecadora o perturbadora, en la naturaleza del hombre esta el de relacionarse con sus semejantes y tener actividades carnales, intimidad en su persona y con su debida pareja, es aceptable, la sexualidad es natural, pero siempre hay un límite para todo, ya que como el noveno mandamiento dicta: No consentirás pensamientos ni deseos impuros, hay que guardar decoro, dignidad y apreciar la palabra de Dios.
La obra de cual hago mención fue escrita en una decrépita Francia. Era 1795 cuando fue publicada, era una Francia donde el libertinaje se volvió el mandamiento único de los hombres y es por ello la exótica y estrepitosa (muchos podrían considerarla hasta repudiable) trama que trata la obra; es una obra teatral, que más bien parece un libidinoso entremés, ya que las practicas que se mencionan en ella superan lo pasional y aceptable por la iglesia cristiana; el masoquismo es una práctica a la cual no le encuentro algún sentido, ya que aquellos placeres que se llevan a la cama deben de ser para deleitar el cuerpo, el alma, revitalizar las sensaciones y llegar a un frenesí, en cambio al actuar con esa naturaleza de animales que deberíamos controlar, solamente consigues infundir un dolor intolerable, un sufrimiento innecesario y llegar al éxtasis de lo prohibido; el incesto también es un tema que se aborda, pero del cual prefiero mantenerme muy al margen.
No pretendo decir que este libro no me pareció el más acorde a mis gustos por las atrocidades sexuales que hace referencia, en lo absoluto, la manera en que se plantean es muy gráfico y permiten comprender hasta los actos sodomitas de los involucrados, las descripciones son muy vividas, ya que no dejan mucho a la imaginación, el libro mismo tiene escrita la palabra lujuria y la hace notar en cada una de sus páginas. Empero, esta obra tuvo un tema que me provocó mayor desagrado que lo referente a los actos lascivos que se tratan en cada uno de sus capítulos y me refiero a aquellos que discuten sobre el orden religioso, ya que en esta obra, por el mismo año en que fue escrita, no se tiene ningún respeto ante la palabra de Dios.
“¿No es una ceguera extraña de nuestra parte el enseñar en público la técnica guerrera, y premiar con medallas a aquellos que fueron los más hábiles en dar muerte, y por otra parte castigar al que aplica las mismas artes en el ajuste de una cuenta privada?”
Eran años difíciles para Francia, se hablaba bajo el anonimato (Como fue en principio de esta obra) por temor a los castigos terribles a los que podían ser sometidos o la vergüenza inconmensurable; el gobierno de aquel momento dejaba mucho que pensar y la iglesia no se quedaba atrás, las ideas eran arcaicas y todos tenían que someterse al despotismo al que eran controlados.
Comprendo que no todos tenemos las mismas creencias religiosas; cada quien puede hacer santo de su devoción lo que mejor se ajuste a su fe, y puede que vayamos desde el ateísmo, agnosticismo o las creencias cristianas, se debe de tener diversidad, pero también tolerancia y respeto a lo que en los demás crean, y es tratada de manera muy ofensiva la fe cristiana, resulta denigrante para muchos católicos lo plasmado en estas letras, y tal vez para algunos sea un tema de completa indiferencia, pero para otros no es así; he de comprender que cuando el contexto histórico no es favorable sobrepasamos los límites de la humillación y desbordamos barreras compasivas soltando crudas verdades.
La opinión que tengo al respecto esta obra es una de miles, uno tiene que formar su propio criterio personal y juzgar por su propia cuenta; en gustos se rompen géneros y no dudo que haya quienes se exciten con la obra del marqués, ya que todo esta tan bien descrito que puedes tocar los senos de la joven inocente y el cuerpo desnudo de la mujer experimentada, eso sí, es preferente que tu mente esté como un paracaídas, muy abierta; no es literatura pornográfica, es el vestigio de una época en la que Francia no relucía por sus veredas románticas, si no por sus lascivas acciones.
Anely Civy
La obra de cual hago mención fue escrita en una decrépita Francia. Era 1795 cuando fue publicada, era una Francia donde el libertinaje se volvió el mandamiento único de los hombres y es por ello la exótica y estrepitosa (muchos podrían considerarla hasta repudiable) trama que trata la obra; es una obra teatral, que más bien parece un libidinoso entremés, ya que las practicas que se mencionan en ella superan lo pasional y aceptable por la iglesia cristiana; el masoquismo es una práctica a la cual no le encuentro algún sentido, ya que aquellos placeres que se llevan a la cama deben de ser para deleitar el cuerpo, el alma, revitalizar las sensaciones y llegar a un frenesí, en cambio al actuar con esa naturaleza de animales que deberíamos controlar, solamente consigues infundir un dolor intolerable, un sufrimiento innecesario y llegar al éxtasis de lo prohibido; el incesto también es un tema que se aborda, pero del cual prefiero mantenerme muy al margen.
No pretendo decir que este libro no me pareció el más acorde a mis gustos por las atrocidades sexuales que hace referencia, en lo absoluto, la manera en que se plantean es muy gráfico y permiten comprender hasta los actos sodomitas de los involucrados, las descripciones son muy vividas, ya que no dejan mucho a la imaginación, el libro mismo tiene escrita la palabra lujuria y la hace notar en cada una de sus páginas. Empero, esta obra tuvo un tema que me provocó mayor desagrado que lo referente a los actos lascivos que se tratan en cada uno de sus capítulos y me refiero a aquellos que discuten sobre el orden religioso, ya que en esta obra, por el mismo año en que fue escrita, no se tiene ningún respeto ante la palabra de Dios.
“¿No es una ceguera extraña de nuestra parte el enseñar en público la técnica guerrera, y premiar con medallas a aquellos que fueron los más hábiles en dar muerte, y por otra parte castigar al que aplica las mismas artes en el ajuste de una cuenta privada?”
Eran años difíciles para Francia, se hablaba bajo el anonimato (Como fue en principio de esta obra) por temor a los castigos terribles a los que podían ser sometidos o la vergüenza inconmensurable; el gobierno de aquel momento dejaba mucho que pensar y la iglesia no se quedaba atrás, las ideas eran arcaicas y todos tenían que someterse al despotismo al que eran controlados.Comprendo que no todos tenemos las mismas creencias religiosas; cada quien puede hacer santo de su devoción lo que mejor se ajuste a su fe, y puede que vayamos desde el ateísmo, agnosticismo o las creencias cristianas, se debe de tener diversidad, pero también tolerancia y respeto a lo que en los demás crean, y es tratada de manera muy ofensiva la fe cristiana, resulta denigrante para muchos católicos lo plasmado en estas letras, y tal vez para algunos sea un tema de completa indiferencia, pero para otros no es así; he de comprender que cuando el contexto histórico no es favorable sobrepasamos los límites de la humillación y desbordamos barreras compasivas soltando crudas verdades.
La opinión que tengo al respecto esta obra es una de miles, uno tiene que formar su propio criterio personal y juzgar por su propia cuenta; en gustos se rompen géneros y no dudo que haya quienes se exciten con la obra del marqués, ya que todo esta tan bien descrito que puedes tocar los senos de la joven inocente y el cuerpo desnudo de la mujer experimentada, eso sí, es preferente que tu mente esté como un paracaídas, muy abierta; no es literatura pornográfica, es el vestigio de una época en la que Francia no relucía por sus veredas románticas, si no por sus lascivas acciones.
Anely Civy
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