Un guardián entre el centeno, que sin previo aviso te sorprenda y espante, y como cuervo malherido vueles burdamente hasta tus semejantes que desde el cercano cielo sonríen tu desdicha.
Rodeado de hipocresía. Vivir en un mundo de ladrones y sentir el alarido silencio de una flor nueva violada por el viento. Campo manchado de sangre. Amapolas que esfervescen con las primeras gotas de la primavera, que brotan como la ira en el estío de mentes delirantes.
Se avistan los toros azules, grandes olas lidiadas al pasar y llegan revocados a la orilla donde se da muerte a la mar.
Llegado el otoño caen las primeras hojas, comienza la danza tan ancestral que acentúa una nueva época, una nueva era. Queridas que se desprenden, de la madre que las vio nacer. Y sitiadas por la lluvia llega el invierno otra vez. Los primeros fríos y gotas de rocío congelados y convertidos en la escarcha de blanquecinas hojas caídas muertas.
La historia se repite, no nos asombramos para nada. Vivimos en lo conocido porque tenemos temor a su contrario inmediato. ¿Es por ello, por qué el ser humano aun no ha aprendido de sus errores? El tabú que no se rompe, nos recuerda a la profecía maldita a punto de embrujar las oscuras noches como cuervos. Es por lo que somos agraciados de haber sido en la línea evolutiva algo anterior a las ovejas, de lo contrario seríamos un plagio de ellas. Es por lo que los que se salen del tiesto son duramente criticados, porque hay veces que cuestiones como el amor, no entienden de condiciones sociales. Y es por eso por lo que mientras los buitres vuelan bajos en manada, si alzas la cabeza, ves a las majestuosas águilas que se mantienen solas en el aire.
Rodeado de hipocresía. Vivir en un mundo de ladrones y sentir el alarido silencio de una flor nueva violada por el viento. Campo manchado de sangre. Amapolas que esfervescen con las primeras gotas de la primavera, que brotan como la ira en el estío de mentes delirantes.
Se avistan los toros azules, grandes olas lidiadas al pasar y llegan revocados a la orilla donde se da muerte a la mar.
Llegado el otoño caen las primeras hojas, comienza la danza tan ancestral que acentúa una nueva época, una nueva era. Queridas que se desprenden, de la madre que las vio nacer. Y sitiadas por la lluvia llega el invierno otra vez. Los primeros fríos y gotas de rocío congelados y convertidos en la escarcha de blanquecinas hojas caídas muertas.
La historia se repite, no nos asombramos para nada. Vivimos en lo conocido porque tenemos temor a su contrario inmediato. ¿Es por ello, por qué el ser humano aun no ha aprendido de sus errores? El tabú que no se rompe, nos recuerda a la profecía maldita a punto de embrujar las oscuras noches como cuervos. Es por lo que somos agraciados de haber sido en la línea evolutiva algo anterior a las ovejas, de lo contrario seríamos un plagio de ellas. Es por lo que los que se salen del tiesto son duramente criticados, porque hay veces que cuestiones como el amor, no entienden de condiciones sociales. Y es por eso por lo que mientras los buitres vuelan bajos en manada, si alzas la cabeza, ves a las majestuosas águilas que se mantienen solas en el aire.
Sire

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