Se cumple el tercer día de luto oficial en la Nación. Un descarrilo que silenció España, enmudecida durante minutos mientras recordaba sin remedio aquella mañana del 11 de Marzo. Un país sensibilizado con los accidentes ferroviarios, cuya espinita todavía, parecía que entraba en sangre al escuchar tan amarga noticia. De inmediato, todo un pueblo reacciona y salen al auxilio de las víctimas. Todos los medios se centraron a la vera de las vías ensangrentadas, cuando si nada hubiese pasado, con normalidad Santiago apóstol celebraría su día como cada año.
Ni que decir tiene el civismo y humanismo demostrados por el voluntariado, por el personal de seguridad, de los hospitales, los donantes de sangre y el resto de gente, cada cual con su nombre y apellidos, que fueron, sin quererlo, los héroes que este país necesitaba ver para seguir creyendo en que algo vale la pena. Como igual tienen mención la aportación y primera ayuda anunciada del Ayuntamiento de Madrid y del Gobierno de Portugal.
Se dejó de lado la crisis, se quitó la emisión de la escabrosa mafia de corrupción de los telediarios y dio paso, el astuto avispón de los medios carroñeros a buscar sin vacilación al culpable de todo aquello, mientras la idea, aunada en la conciencia moral, era la de ayudar.
Compostela se vestía de luto, el camino peregrino, mientras el fúnebre crespón colgaba de cada cadena de televisión. Campanas de iglesias y catedrales, incluso en las entrañas de París, en Notre Damme, daban duelo con su triste replique. Las banderas a media asta en todo el país enterraban la rabia, la frustración, la ira y el llanto que latente todavía queda en las familias y amigos de las víctimas.
Mensajes de condolencia; twitter rezumaba el anhelo de acompañar a todos los afligidos, informando de la noticia y divulgando información sobre los centros de salud a los que debían de acercarse. Una red de internautas que se pusieron de acuerdo para hacer un minuto de silencio sin twittear nada en memoria de los fallecidos.
Mientras tanto, un juez inquiere sobre el maquinista custodiado por la policía nacional. Parece ser que el sensacionalismo se ha cebado con el hombre, que de haber acometido la negligencia, reza la justicia por que esas personas no hayan perdido la vida sin que el castigo caiga sobre el responsable.
Responsables también los pirómanos que han prendido fuego a un paraíso como es Mallorca. Isla preciada de nuestra geografía, insigne tributo y enclave del Mediterráneo. Qué pena que no gocen de cárcel tantos años como árboles hayan quemado los apoderados del fuego, sinsabor de sus consecuencias que ponen en peligro a los equipos militares y bomberos, vecinos que se ponen a servicio de órdenes con tal de dejar de ver los torreones de un humo con vida pasar sobre los tejados de sus casas haciendo llover ceniza.
La civilización debe de cimentarse con el respeto. La humanidad debe de creer en sí, en su capacidad y desarrollarse para hacer más habitable este mundo que inconscientemente maltratamos. Una ministra italiana por ser de color (rasgos africanos) es insultada y tratada como un mono al que le echan plátanos, por un colectivo de extremistas.
Mientras que el presidente de Zimbabwe dice que la homosexualidad es ilegal y que los castraría a todos mandándolos al infierno, que los ingleses pueden ser si quieren Reino Gay Unido, pero que con ellos eso no va; el obispo de Johannesburgo afirma que Dios no odia a los gays aunque le Iglesia se empeñe en renegarlo.
¿Qué está pasando? Vivimos en el siglo XXI, y aunque esa expresión ha perdido fuerza, la pura realidad es que no es para nada nuevo ver a cualquier tipo de persona ocupando cualquier rango, en la política, en la enseñanza, en la administración, etc. Que no nos asusta ver besarse a dos personas del mismo sexo, ni verlos cogidos de la mano.
Somos seres homeostáticos, quizá, de todas las especies con las que convivimos, los más adaptables, y en cambio, rehusamos de mejorar pero hay una evidencia, que como tal es innegable y es que el mundo avanza y es ley que así sea.
Sire

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