México: Tierra divina

Tierra de mestizos, de blancos, negros y castos. Esta tierra que nace del descubrimiento, esta tierra que nace de un accidente, atraída por espejos y tomada por su oro. Tierra Santa, casi centro de un continente desconocido, colonizada por españoles y liberada por los mismos conquistadores. Bella desde su llegada y nostálgica a la hora de su partida. 

Envidiada por su naturaleza y mofada por su industria, con el idioma más suave del mundo; tierra de trabajadores, pero pocos emprendedores. 


Fértil y virgen, con los frutos más exquisitos, chile, maíz y cacao; con el color de la vida, con el color de la humildad. Esta tierra que me vio nacer, custodiada por tantas culturas, la maya, la olmeca, la zapoteca y la tolteca, en la cual se veneraban tantos dioses,  con vestigios de quienes la vivieron y  construyeron. 

Tierra de costumbres, que alaba hasta a sus muertos, que se cimentó con muchos Dioses, tierra en la cual el hombre es fruto del maíz y el libro sagrado de los mayas lo reafirma, un día creía en Tláloc, Quetzalcóatl y Huitzilopochtli y hoy fomenta la fe cristiana. 

32 Lugares que visitar, cada uno con su propia personalidad; la China Poblana, el Cañón del Sumidero, la Danza del Venado, las Playas de Acapulco, el Cerro de la Silla, La Guelaguetza de Oaxaca, el Carnaval de Veracruz, los Tarahumaras, la Feria de San Marcos, la Basílica de Guadalupe, los Voladores de Papantla, La Venta,  y las Pirámide de Chichen Itzá, un paraíso verdoso, madre de una cultura que no ha muerto, ni ha sido devorada, ha sido mestizada y a la vez enriquecida. 

México, tierra de esperanza, pureza y sangre. México, país en el cual un águila posada en un nopal devorando una serpiente es arraigo a sus tierras. México, tierra del hombre que la trabaja. México, tierra bendita que me vio nacer, que me vio crecer y me verá morir, tierra divina, tierra mestiza. Ese es mi México. Tierra amada.

Anely Civy