Hay etapas en las que se suceden tempestades, tifones y la siempre perenne lluvia que por fina que sea cala y no caduca. Veces son las que ahora acontecen de dificultades, las que todo un mundo puesto en nuestra contra, hacen que no tengamos una visión firme de futuro con unos ojos cansados y fijos en el presente. Y es que las cosas hay que verlas con perspectiva. El viejo continente pone sus reglas, la potencia manda sus ánimos a desquebrajarnos y la que viene por la cola en oriente no para de enviarnos a su personal clavando alguna que otra astilla en cuanto al mercado y bajo coste.
Hemos perdido fama, y sino me creéis nada más que ver la diferencia de los telediarios. Bueno sí, los de ahora solo hablan de prima de riesgo, déficit y recortes, ¿y antes? En patera querían instalarse unos cuantos cada día procedentes de toda África. Pisos y urbanizaciones se hacían, ¿Qué te digo yo? ¿Doscientos cada día? Nadie sabe, porque hasta los mismos obreros eran recién salidos de la secundaria… Ese fue el punto más alto de una creciente e imparable España promotora. Renacía entre las cenizas de su propia guerra como el ave Fénix el mito Hispano, mientras por su parte luchaba el mundo entre sí por liderar la hegemonía global. Formamos parte de las decisiones en Europa, hasta que ellas tomaron las decisiones por nosotros y de nosotros. Grecia, la primera en caer. Leyenda y mitología, cuna de sabiduría y cultura, ahora vista entre las llamas del capitalismo; después, Irlanda, Portugal, llegando al pedestal de España e Italia.
¿Qué os voy a contar que no sepáis ya? Esa no es mi intención, sino la de recordaros que esto no es nada, en comparación a todo lo que por nuestro país ha desfilado. El arte y la literatura se ponen como impronta, porque es muy difícil tratar con gentes de diversas lenguas –valenciano, gallego, castellano, catalán- y ponerse todos de acuerdo. Todavía rezuma el aire quijotesco y los brochazos de pintores como Velázquez o Goya. Lo que no supe nunca fue cómo, a pesar de recibir Oscars que premian nuestro séptimo arte, no tenemos un Hollywood español, y es que solo hay que ver “Cine de Barrio” para comprobar que nuestra tierra es de cine. Decir que somos el país del Olé, donde los payasos aparecen en la tele. Donde las risas se multiplican y los acentos conmueven.
Este país honra de olvido lo grande que nace, pero para eso estamos, para recordar, subir el ánimo y seguir haciendo historia con la misma sintonía.
Un spot al que quiero hacer mención, el que me ha alegrado el día y lo más importante, que hace pensar. Estando presente durante todo ello los viejos suspiros de España, rememorando esa guerra marchita donde perdieron todos, callados los héroes que dieron vida en la batalla y murieron por deshonra de los hombres, para hacer que los hijos de aquellos que mataron puedan ser mejores que sus padres.
Sabor derramado durante siglos, bajo una bandera que nunca ha sido lo suficientemente grande para engalanar a todos aquellos que bajo ella se cubren.
De siempre hemos tenido nuestros “rifi-rafes” con el resto de países al que hemos goleado, porque en nuestra defensa diremos que es la gastronomía la que los nutre, queridos vecinos gabachos, como en la tortilla, coged la receta, y echadles un par de huevos.
España siempre será única, porque hemos sabido cambiar y adaptarnos a los tiempos sin perder el gusto a lo nuestro. Dejamos enterrado en la transición lo de una, grande y libre, pero por favor, señores, no dejen que eso se convierta en: varias, pequeñas e hipotecadas. Esto, al fin y al cabo para nosotros no es nada, además, más se perdió en Cuba, ¡y volvieron cantando!
Sire
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