Navidad futura

Honraré la navidad en mi corazón y procuraré conservarla durante todo el año.

“I am not the man I was. I will not be the man I must have been but for this intercourse. Why show me this, if I am past all hope! ... I will honour Christmas in my heart, and try to keep it all the year. I will live in the Past, the Present, and the Future. The Spirits of all Three shall strive within me. I will not shut out the lessons that they teach. Oh, tell me I may sponge away the writing on this stone!”

Tal eso fue lo que Dickens dijo, en boca de Ebanezer Scrooge, cuando al término de la Canción de Navidad se apareció el fantasma de las Navidades futuras, muy diferente al resto. Éste, vestido de negro con una mano sola encarnecida, ponía la vista fija, tras la mortaja, en Scrooge. No hablaba, pues enmudecido el futuro no dicta sentencia de lo que pasará sino de lo que, teniendo en cuenta el pasado y presente, podría suceder. Preguntas que se convertían en retóricas eran las que lanzaba el viejo avaro, asustado al ver escrito en un mausoleo su nombre grabado y sus pertenencias repartidas entre audaces ladrones.

El texto expuesto arriba, extracto del original en inglés, es el testimonio de conversión del personaje, convencido por los inmortales fantasmas de las Pascuas que honran de recuerdo y lo hacen entrar en razón.

En la temprana época victoriana, donde se desarrolla sobre todo la activa prosa del británico, carecía de ese capitalismo agresivo en estas fechas. La navidad, tenía esencia, y se guardaba y exponía como cada año, recibiendo, al hijo de Dios nacido en el pesebre, con los valores de solidaridad, unión y fraternidad. Al margen de las condiciones sociales del entonces. La economía no debe de plasmarse en el sentido y significado de estas fechas, es por eso, por lo que, Charles Dickens, aclama con esa frase a las puertas del cielo, confesando la todavía razón de ser que tiene la Navidad, para todo Occidente y resto de la Cristiandad.

Honrad al Mesías, que con humildad sembró el perdón entre los hombres; que bajo el manto de María la Virgen nació, arropado con el calor de los ángeles celestiales que cantan un Himno en su gloria: Adeste fideles laeti triumphantes

Sire