Leía una noticia al margen de unas escasas horas donde se anunciaba que Cruz Roja prohibía la navidad en el Reino Unido, bajo el mandato de erradicar cualquier artículo o decoración propia de las fiestas por afectar la sensibilidad del colectivo islámico.
Y yo me pregunto, ¿en qué aberración han caído los dirigentes de tal insigne ONG? Quizás debieran también de pensar en el último ciudadano de un recóndito piso en un barrio aislado o pueblo entre montañas disperso y ajeno a información de ese mundo que ya ha perdido el norte desde hace tiempo. Si se trata de alegrar a todo el mundo, ¿por qué no ponen un buda gigante en una de las torres de Londres; una escultura de Mahoma en la catedral de San Pablo? Parece que somos muy permisivos con todo, y lo que en verdad resulta, que no sabemos respetar, y por respetar es, que ni a nosotros mismos.
¿Acaso la Cruz Roja no tiene una hermana en Oriente, la media Luna Roja? ¿Han pensado en quitar cualquier signo no católico en aquellos países tradicionalmente islámicos o judíos, por si perjudicaban o enturbiaban a los habitantes de esas zonas seguidores de la cristiandad?
Y el porqué de por qué escribo esto, en un blog como este, viene dado por la falta de lectura, por no tomar ejemplo de la literatura, que como siempre es madre de la libertad de expresión, de respeto y tolerancia sin olvidar que nadie es dueño y servil de nada, a excepción de los personajes que transforman y relatan la psique humana. La única república que aplaudo, la de las buenas letras.
Es alucinante cómo, en una ciudad por ejemplo como la de Londres –Metrópoli de un imperio, políglota y multicultural. Con miles de habitantes de todo el globo, con raíces católicas y protestantes, cuya cabeza visible de la misma iglesia anglicana es la propia reina- sea prohibida por una organización tan prestigiosa –a España llegó de la mano de Victoria Eugenia, consorte de Alfonso XIII, el siglo pasado- haga la intentona de abolir y oprimir una cosa tan natural y que llena de alegría a todo el mundo.
Sea este ejemplo inverso del paso de la libertad al libertinaje. En términos económicos, las tiendas que se dedican a esto ya no pueden vender figuras para el Belén, o las tan conocidas postales de Navidad. Eso parece ser que quieren hacerlo historia, y es que cuando no hay sentido común, toda crítica es poca, para referirse a tales asuntos.
Sire
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