Fuera mi deseo el brillo de una estrella, que desde lo alto promulga al incierto infortunio: ¡oh tú!, que todo lo ves, allá en lo alto, dame un nombre y te diré el motivo de mi pesar. Que regocija de brillo la oscuridad de los mares, que mueve la marejada y deja fruto al poeta que le habla y la mira, en medio de la noche.
Que son mis ojos las puertas que sucumben al deseo. Que ya nada entiendo. Fatiga de mi mente que interrumpe de niebla todo lo antes escrito. Que ahí está, que sin más se acerca y callado, callado madre mía le voy a responder: ¿Oye tú, niña bonita, cuál fuera mi tentación para ver tal magnífica apariencia, colmada de pecado la belleza?
Y sonriente pudiste de reojo mirar, pero nadie me quita la mirada. Pues entonces prendí camino de aquella palidez sonrojada. ¿Oye tú, niña bonita, de qué están hechos esos ojos, que tanto se parecen al inmenso mar?
Y cerquita de mi ser me susurró en cuclillas al oído. Oye tú, niño precioso ¿no sabes acaso que soy amante de mi especie, que prendo los idilios de la suave piel de una mujer?
Y creyó asustarme la vivaracha, cuando acaso el lobo fue a por lana y salió esquilado.
¿Y tú reina, acaso no sabes que yo soy hombre de hombres, amante de mis iguales? Carcajada de ambos, silencio en todos, miradas que sucumben al placer de saber por donde danza la sinrazón ¿Entonces por qué me cortejas buen mozo? Porque a mujeres bellas, no puedo privarle de engalanadas palabras.
Y sea como fuere un beso calmó sus palabras en el silencio. Te haré daño si te enamoras de mí le susurró cuando no se lo esperaba. La miró desafiante y otro beso le robó: "No te preocupes por mí, me consuela saber que amores que matan, nunca mueren"
Y sea como fuere un beso calmó sus palabras en el silencio. Te haré daño si te enamoras de mí le susurró cuando no se lo esperaba. La miró desafiante y otro beso le robó: "No te preocupes por mí, me consuela saber que amores que matan, nunca mueren"
Lovelace

0 comments:
Post a Comment