Dicen que los versos son amargos cuando no fulminan en rima, que de los besos que me diste, tuyos no eran los labios, y que la flor primera que brota nace en el invierno.
Dicen que el olvido es una broma del recuerdo, y que tus miradas eran más dulces que tus caricias.
Caía la mañana, florecía la tarde bajo el sorbo agrio de un café de antaño. Endulzado con tu voz que éste suplicaba. Eran momentos de éxtasis en los que las sonrisas, como otras veces, no venían dadas por encubrir los llantos que un corazón lloraba. Pasaba, y al término, parecía haber vivido un segundo, una gota nada más de esa lluvia que perennemente caía y calaba, pero que sin embargo gustaba. Desmentir la rutina, acusar las falsas verdades y solventar con palabras lo que el afecto no hizo con nada.
Eran tiempos de prosperidad, nubes rosadas y cielos amarillos que amanecían cuando más oscura era la noche, rayando el silencio con el murmullo y piar de los cantares.
Sueños rotos de amores imposibles, inclusivos y voraces que han cambiado mi sangre por el veneno que corre por mi cuerpo.
Plácido fue el encuentro y desgraciada la desilusión, el desencanto que otorgan otros tiempos, los momentos que uno no pide, y en el fondo desea, para acabar con la desidia, la alevosía de indiferencia que causa en la inocencia siempre viva del que nada quiere saber.
Eran tiempos de prosperidad, nubes rosadas y cielos amarillos que amanecían cuando más oscura era la noche, rayando el silencio con el murmullo y piar de los cantares.
Sueños rotos de amores imposibles, inclusivos y voraces que han cambiado mi sangre por el veneno que corre por mi cuerpo.
Plácido fue el encuentro y desgraciada la desilusión, el desencanto que otorgan otros tiempos, los momentos que uno no pide, y en el fondo desea, para acabar con la desidia, la alevosía de indiferencia que causa en la inocencia siempre viva del que nada quiere saber.
Lovelace

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