El amor, bien.
El amor es... eso sobre lo que todo el mundo habla, que todo el mundo siente y vive, pero que realmente, nadie acierta a definir con certeza. Es... ese residuo de lo divino, esa pizca de irracionalidad en este mundo subdividido y ordenado; esa potencia de unión y racionalidad en esta vida, que es en el fondo y aunque nos empeñemos en argumentar lo contrario, irracional.
Es una fuerza motriz que nos empuja a espantar los miedos y la autocompasión, que nos expolea a enfrentarnos a las inclemencias de la existencia con la cara y el pecho descubiertos. Más bien, es el amor esa esperanza, esa antítesis que se enfrenta a todo lo malo que produce el ser humano y la sociedad; es un desafío constante al mal, un poder que surge desde adentro y sin fin, y que se opone a la desazón, a la desesperanza, al miedo, a los límites de la vida misma, a las fronteras físicas, políticas, personales y raciales.
El amor es el único y verdadero motor del universo, el principio y el fin, la primera y la última esperanza de aquellos que se niegan a abandonar el sendero de la cordura en pos de una vida cargada de materialismos viles, carnales y vacíos.
Olvidemos por un momento toda convención social establecida o por establecer, porque el amor traspasa las palabras, los hechos, las acciones, los pensamientos, el tiempo y el espacio. Porque es el amor lo que infunda vida al ser humano.
El amor es capaz de hacer que las personas superen cualquier obstáculo, el amor perdona, espera y olvida; sólo cuando tienes amor eres capaz de sentir dentro esa fuerza que te impulsa a banalizar cualquier cosa excepto el amor mismo. Es sentirte muy pequeño, insustancial, y a la vez enorme y capaz de todo; es el frío correteando alrededor del fuego; es la felicidad exultante e indiscutible; amar es saber que no precisas de nada más, nunca más, y necesitar fervientemente poseer el mundo entero para entregarlo sin dudar; el vaso medio lleno, la luz entre las sombras, la perfección de lo imperfecto.
Eso, es el amor, amar y sentirse amado.
El amor es... eso sobre lo que todo el mundo habla, que todo el mundo siente y vive, pero que realmente, nadie acierta a definir con certeza. Es... ese residuo de lo divino, esa pizca de irracionalidad en este mundo subdividido y ordenado; esa potencia de unión y racionalidad en esta vida, que es en el fondo y aunque nos empeñemos en argumentar lo contrario, irracional.
Es una fuerza motriz que nos empuja a espantar los miedos y la autocompasión, que nos expolea a enfrentarnos a las inclemencias de la existencia con la cara y el pecho descubiertos. Más bien, es el amor esa esperanza, esa antítesis que se enfrenta a todo lo malo que produce el ser humano y la sociedad; es un desafío constante al mal, un poder que surge desde adentro y sin fin, y que se opone a la desazón, a la desesperanza, al miedo, a los límites de la vida misma, a las fronteras físicas, políticas, personales y raciales.
El amor es el único y verdadero motor del universo, el principio y el fin, la primera y la última esperanza de aquellos que se niegan a abandonar el sendero de la cordura en pos de una vida cargada de materialismos viles, carnales y vacíos.
Olvidemos por un momento toda convención social establecida o por establecer, porque el amor traspasa las palabras, los hechos, las acciones, los pensamientos, el tiempo y el espacio. Porque es el amor lo que infunda vida al ser humano.
El amor es capaz de hacer que las personas superen cualquier obstáculo, el amor perdona, espera y olvida; sólo cuando tienes amor eres capaz de sentir dentro esa fuerza que te impulsa a banalizar cualquier cosa excepto el amor mismo. Es sentirte muy pequeño, insustancial, y a la vez enorme y capaz de todo; es el frío correteando alrededor del fuego; es la felicidad exultante e indiscutible; amar es saber que no precisas de nada más, nunca más, y necesitar fervientemente poseer el mundo entero para entregarlo sin dudar; el vaso medio lleno, la luz entre las sombras, la perfección de lo imperfecto.
Eso, es el amor, amar y sentirse amado.
Humanista Incomprendido
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