Sunday, November 18, 2012

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Es impensable sentir lo que sienten otros, como sienten y saborean aquello que dentro de su cuerpo no sabe escapar. Te paraliza, envuelve y ciega de frustración por no saber para cuando dar la entrada y pasar a la acción. Hay personajes que pasaron a la historia por su historia, pero el libro que de verdad interesaba era otro lejano a la biografía, ese del que tanto quizás se ocupara Gregorio Marañón, cuando relató enfermedades y pronósticos de damas y caballeros que tuvieron razón política y fueron partícipes de las acciones más trascendentales de la historia universal.
Por pensar en alguien, la primera que buenamente me viene a la cabeza, vasta coincidencia, es la figura de Catalina de Aragón. El desconocimiento de muchos infravalorará la importancia que jugó en la época. Pues bien, Catalina era hija de los Reyes Católicos de España, tía de Carlos V del Sacro Imperio Romano Germánico, cuñada y hermana de los emperadores de Austria-Hungría y reina consorte de Inglaterra aunque murió como princesa de Gales. Estuvo al frente de la última etapa de la reconquista y vivió su infancia y adolescencia en la Alhambra. Casi nada.
Sabido esto, adelantaré que fue enseñada en todas las lenguas de lo que sería la futura España y algunas habladas en los territorios del imperio. Fue muy lista e inteligente, además de servir la voluntad de sus padres en casarse con el que sería rey de Inglaterra. La encantadora Catalina se parecía era físicamente como su madre, de pelo cobrizo y ojos claros.
La maldición judía recaería sobre cada uno de los miembros de la familia, con la expulsión de estas gentes de le península tras la toma de Granada: Primero, Juana, que loca de amor tiene que ser custodiada en Tordesillas y cederle el mandato a su hijo el emperador; Juan, el príncipe de Asturias muerto de tuberculosis; Isabel, muerta con el parto de su primer hijo, reina de Portugal; María, muerta a los treinta y cuatro años; y Catalina a la que tampoco le sonrió la suerte.
Enamorada y repudiada por su esposo, Enrique VIII, querida por un pueblo y sin embargo, custodiada en un castillo de un recóndito lugar del páramo británico. Ejemplo de ver cómo el trabajo que a veces hacemos y por el que nos esforzamos no vale nada.
Su marido el que tendría un total de seis mujeres aprobadas por la Iglesia Anglicana, tuvo que saber que a ojos de la Católica, su primera y única esposa fue Catalina, a la que envenenó no solo con actos, sino también con palabras, tras dieciocho años de infidelidades. La que soportó coaccionada por no defraudar a sus padres, a su sobrino y a ella misma. Vista entre la espada y la pared, su muerte fue la escapatoria de esta vida que la asfixiaba. Catalina de Aragón, princesa de Gales, murió el 7 de enero de 1536 a la edad de 50 años, siendo la causa un corazón extraño y oscurecido. Entre todos la mataron, y ella sola se murió.

Sire

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