Cuando Fernando de Rojas escribió la tragicomedia que le llevaría de la mano el paso a la historia en 1502, el tema quizá en la época fuese más que claro para aquellos agraciados que podían permitirse tener algún ejemplar de esta gran novela. Sin embargo, la época ya no es la misma al igual que las intenciones y la perspectiva que mantienen los nuevos lectores. Ponerse en situación sería algo más fácil conociendo el contexto de esta composición prerrenacentista. Hablamos de nuestra tan conocida Celestina.
La comedia sin más, fue acabada a finales del siglo anterior, pero el sentido completo se encuentra con la segunda parte, la continuación de los actos, el cierre de la obra, dándole el escritor la forma que se merece con el fondo más magnífico que lo mueve. Ese motivo, que como un aire fresco envuelve a los personajes, los desarrolla y da fin. Parece ser, como si se estuviera predestinada a acabar de la forma que acaba. Sin embargo, actualmente, nos centramos en el título, en la Celestina , en ese personaje castigado por el tiempo, moldeado de experiencia, con tantas enfermedades venéreas como se conocían, y sin embargo, naufraga y superviviente de una vida movida entre las bajas gentes de aquel villano medievo, donde la picaresca llegaba de la mano de ese astuto lazarillo al que no le sonreía la suerte. Pero centrándonos mejor en su primer título, apreciamos la obra bajo el nombre de La Tragicomedia de Calixto y Melibea.
Estos dos personajes destinados a una vida encaminada al honor, hijos de buenas familias, de una casta social envidiable, ven como la providencia cruza los caminos y como diría Manrique, se convierten en los ríos que van a dar a la mar, que es el morir.
El personaje principal, el motivo que mueve la obra, no es la Celestina. Ésta es un personaje casi secundario, pero no menos importante, pues sirve de eslabón, soporte que sostiene esa cadena ideada por el fin ya predestinado que el autor tiene para tales protagonistas.
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Motivo que como ya digo queda de manifiesto a lo largo de la obra y que de Rojas intenta ocultar, tapándolo bajo las consecuencias del pecado, y qué mayor pecado que el propio personaje que teje los hilos poco a poco: Calixto, cuya familia proviene de cristianos viejos; Melibea, de judíos convexos. Utiliza pues el amalgama de culturas presentes en la España de la reconquista, cosa que no puede hacer el escritor británico, por lo que decide enfrentar directamente a las familias Capuleto y Montesco.
La muerte es el precio que pagan, en definitiva, la conclusa de tales acciones y desafíos acometidos por los personajes. El celestineo de querer forzar por medio del misticismo el camino de los protagonistas, parece ser causa y efecto de algo adormecido que se despierta, aconteciendo y dejando ver al término de la comedia, la voluntad y fuerza de la tragedia.
Sire
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