Friday, December 27, 2013

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La literatura tiene poderes místicos, permiten que uno se revitalice con casa una de sus páginas. Es bondadosa y humilde, al alcance de todos, sin embargo inaccesible para aquellos que no tengan el coraje y sobretodo la dedicación de vivir con ella, la literatura no es solo un pasatiempo o un hobbie, es un estilo de vida; por ello no a todos se les permitirá ser parte de ella.

Wilt inicia con una vida bastante rutinaria, lejana a esos bellos matices que da la espontaneidad, pero muestra como la mente juega un papel importante, ya que puede ser nuestra salvación o nuestro tormento. Tenemos tanto poder en nosotros mismos que eso puede ser lo que construya un gran cimiento hacia las alturas, hacia lo impensable.

Henry Wilt, el personaje principal, es un hombre como ninguno, Sharpe nos permite ver a aquel hombre desde el inicio de la lectura y como las decisiones que toma día a día lo convierten, lo transforman.

 “Henry parece muy manso, pero sabe cómo tratar con los camorristas. Es demasiado bueno en su trabajo. Ése es su problema; y además no es un lameculos, y eso en la escuela es como el beso de la muerte. Si no lame culos, no vas a ninguna parte”.

Ver como saca a relucir sus mejores técnicas discursivas, como te envuelve en un paradigma en el que crees tener la razón y hacerte dudar en el último instante, deja perplejo, asombrado, extasiado al lector; tuve mis momentos en la lectura, ocasiones en que tuve que parar de leer debido a las grandes carcajadas que soltaba… ha sido uno de los libros que más me ha hecho reír, que va, es el libro que más me ha hecho reír en la historia de mis relatos leídos.

"Una idea, una simple idea -dijo Wilt-. Uno de esos vuelos efímeros de la imaginación que cruzan como mariposas el paisaje estival de la mente empujados por las brisas de la asociación que caen como súbitos chaparrones...Vaya, eso me gusta mucho."

La naturalidad con la que se habla le da un toque delicioso al libro, te sientes bien inmiscuido en todas las investigación y declaraciones, y esos saltos de escenas dan un amplio panorama de apreciación, ya que en un segundo estás en una sala de interrogatorio con un policía furioso al no escuchar la respuesta que desea oír y contener sus puños en los bolsillos al no poder quebrar la mandíbula de aquel mentecato que tenía ante sus narices, y al siguiente segundo te encuentras en medio de un cenagal atorado con una ninfómana desquiciada y su marido lozano.

“Ya sé lo que es usted, Wilt. Un condenado mercader de palabras, un contorsionista verbal, un descuartizador de la lógica, un Houdini de la lingüística, una enciclopedia de información impertinente…”.

Maravilloso, sencillamente maravilloso, una forma tan refinada de tratar el ingenio cruel del humor inglés… yo he quedado realmente complacida con tan afable lectura. Un humor inteligente, un humor sencillo, un deleite, un placer para aquellos que disfruten de una lectura distinta a la habitual.
No tengo duda de que este libro ocupa el puesto invaluable de “Mi libro favorito”, se lo ganó con creces, sus paisajes tan vivos, sus tramas tan peculiares, sus personajes llenos de personalidad y ese humor tangible en cada una de sus páginas. La literatura se hizo para gozar, reír y no sufrir… y en lo que a mí respecta, perderse en las páginas del ingenioso Tom Sharpe es un gusto que volveré a llevar a la vida.

“Él era Wilt, el hombre de la mente de saltamontes”.

Anely Civy


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