Wednesday, April 17, 2013

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Hablaba con dulzura a la mujer más bella, el jamás se había enamorado de una mujer que tuviera un corazón feo, el realmente irradiaba confianza, veías en sus ojos aquella luz de esperanza que aun con un aspecto rudo y frío, sentías como despedía calor de su piel.

No siempre supo tomar las decisiones correctas, gran mayoría de las que tomó las hizo por impulso, no sabía controlar esa fiera que gritaba dentro de él; era un ser desconocido para la mirada de aquella mujer que siempre lo había querido, ella le hablaba con dulzura, con el afán de una agradable amistad, pero el pasado de ambos era llaga constante, era ponzoña para su alma. 

Tenía un aroma envidiable, uno que hipnotizaba, que a pesar de trabajar como labriego en los rayos más fuertes del  sol, jamás había sentido ninguna mujer el olor de la putrefacción en su piel, en verdad tenía esa cualidad de rosarte y sentir su aroma por horas y horas, hasta que la noche se volviera eternidad. Era un hombre poco educado, lo podías escuchar decir vulgaridades gran parte del día, pero al parecer eso causaba sonrisas, las mujeres de hoy no saben lo que quieren. 

Lo podías reconocer en laberinto de individuos, porque sin lugar a dudas él era único para los ojos del mundo, en ocasiones el se menospreciaba, pero no es que fuera pesimista, si no que era un optimista bien informado; no buscaba ser un caballero, no era su ideal, pero a veces al tomar su mano, al tocar su mejilla, al escuchar su voz o al sentir el calor de sus brazos no estabas segura de si estaba hablándote con honestidad. 

Cada mujer lo consideraba diferente, pero aquella que lo vio crecer, que lo amó por vez primera, que lo vio cambiar; aquella mujer que le regaló su corazón y en su momento él fue sumamente amable al devolvérselo en sobre dorado, lo consideró un gañán. 

Él conquistaba los corazones más vulnerables, era sencillo y esa poca complejidad atraía, las hacía sentir cabizbajas y caían rendidas ante sus encantos; era un hombre bueno, que se convirtió en un hombre desdichado, porque el amor tocaba su puerta con bastante insistencia, pero él jamás pudo abrirle la puerta como un día lo hizo, dentro de él habitaba una persona cínica, un hombre de poca vergüenza. Él no quería ser así, pero la vida lo transformó. 

Anely Civy

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