Tuesday, December 4, 2012

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Comenzó con las primeras tímidas publicaciones acompañadas de ilustraciones, posteriormente, los entonces papeles póstumos del Club Pickwick vieron la luz como una de las obras maestras de la literatura inglesa, y la primera novela sacada de la pluma de un gran escritor.
A decir verdad, es su grandeza y su sello de identidad la representación y el sabor que una sociedad como la propia del Reino Unido de la época victoriana desprende. En el auge de la industrialización, que florece con fervor alimentando la división de las clases sociales, hace que encuentre una motivación que poco a poco lo convierta en una peculiaridad casi idiosincrásica de su forma de ver el mundo, de interpretarlo y darle contestación a las injusticias y estragos que deja ver la pobreza y desánimo de un colectivo que ve el día a día como supervivencia, frente a la aristocracia más rimbombante y empresaria del siglo XIX.
Es entonces cuando deja caer la historia de aquel joven, Oliver Twist, desventurado que sin quererlo se convierte en el primer niño protagonista que vio nacer la literatura en lengua inglesa. Se va apreciando ya esa división paisajística de las familias acomodadas que habitan los campos y las casonas, en contraposición a la delincuencia que dan cobijo las callejas de las grandes ciudades. Un chico que vive y se desarrolla en la psique por medio de diversos enseñantes que muestran sus lecciones, no con libros, sino con los palos que la misma vida incorpora, y la perspicacia y picardía que hay que mantener para salir vivo de una sociedad creada por el hombre.
Tras éste, le siguen “Nicholas Nickleby”, “Barnaby Rudge”, dando paso al tan conocidísimo clásico: Cuento de Navidad. Este es el caso inverso en el que se vierte la historia de la vida de un rico avaricioso, que necesita de tres fantasmas en vísperas al día de Navidad para que le quiten la venda que nubla su vista y la enternezcan en un tiempo dedicado a la paz.
Martin Chuzzlewit”, que precede a “Dombey e hijo” y al genial David Copperfield, obra de lo más autobiográfica, del que el mismo autor hizo algunas declaraciones como: “de todos los libros, este es el que más me gusta” y “como muchos padres, tengo un hijo preferido, un hijo que es mi debilidad; este hijo se llama David Copperfield".

Harían falta una “Casa desolada”, unos “tiempos difíciles”, a “la pequeña Dorrit” para llegar a la Revolución que marcó un antes y un después en el tiempo, de la mano de “Historias de dos ciudades”. Tras todas estas, quedarían por citar las “Grandes Esperanzas” del joven Pip por convertirse en un caballero, “Nuestro Común Amigo” y “El Guardavía

Este autor, cuyo cuerpo descansa en la mismísima Abadía de Westminster es el maestro, indiscutible, de la novela victoriana. Y es que tal caballero, celebra sus doscientos cumpleaños y no quisiéramos despedir el año sin dedicarle un pequeño tributo.
Sus novelas, publicadas la mayoría en capítulos mensuales, se enmarcaban en Londres, Yorkshire, o Brighton, pero aun así, todas sus historias y personajes han pasado las fronteras y se han convertido en importantes figuras de la literatura universal.
Con una prosa clara, propia del realismo inglés, denunció y caricaturizó sin menospreciar las condiciones de vida que adoptaban los habitantes de una metrópoli que seguía siendo capital del mundo.
Damas y caballeros, con todos ustedes: Charles Dickens.

Sire

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