Tras la tormenta

Lo importante no es cuánto tardes, la cuestión es hacerlo o no. Porque seguramente tanto tú como yo tengamos nuestros días buenos y nuestros días malos, pero aún así, ante la adversidad, preferimos aunque nos cueste en ocasiones, brindarle una sonrisa al mundo para desconectar nuestro cuerpo de nuestra alma.
Hacer de tales entes dos buenas aliadas que necesitan verse de muy poco en poco. Porque cuando se trata de sentir, es el alma el que llora lo que el corazón implora y la mente cuestiona.

Los propios que dicen que la paciencia es una virtud, gritan a los cuatro vientos que la vida son dos días. Los mismos que dicen que ames al prójimo como a ti mismo, aclaran que se hará justicia en el reino de los cielos. Contraposiciones tales como a quien madruga Dios le ayuda, y que por que madrugues no va a salir el sol antes.
Componerse de un oscuro radiante hace emborronar lo claro en turbio y las aguas espesas en cristalinas viviendo nosotros los medios grises, como esas células deductivas que mantenemos en nuestra cabeza intentando averiguar la historia del mañana.
Por esas veces que odias a todo el mundo y todo sale mal. Por esas en las que declaras la guerra a todo lo que se mueva aunque no se lo merezca. Por esas en las que ni dando voces te escuchan, ni tan siquiera te entiende. Por esas en las que acabas encerrándote en las entrañas de una vida esperando a que la tormenta pase y deje ver la calma, que a nuestro pesar, hay frases que quedan cojas de significado o dejadas al amparo de interpretaciones, fuera de la realidad, pero si bien quieres dejemos que tras la tormenta llegue la calma. Apreciando que cuando el rayo de sol pase por el cristal sin romperlo ni mancharlo, saldrás a la luz y veras que no es solo la calma lo que reina sino que la tormenta tuvo sus efectos, y el reino imperante de calma que esperabas no existirá debido a las nefastas consecuencias.
Brinda por aquello que te haga libre, que no te ate a nada y sin embargo te haga feliz. Brinda por aquellos que consiguieron darte con cumplidos lo que tu mente pedía, el corazón exigía y el alma necesitaba. Brinda por los ángeles anónimos que cuando los ves, los ves como verdaderos ángeles, sin edad, sin sexo, con pureza de bondad, que están ahí y saben cuando volver e irse a tiempo, pues es preferible dejar un buen recuerdo, que no perdurar en el tiempo creando malas experiencias.

Sire