Saturday, October 12, 2013

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Es un juego extraño el que el tiempo hace con nosotros, hace que nos olvidemos del pasado, lo enterremos y depositemos en lo más profundo de nuestra memoria o acrecienta y acentúa los recuerdos, haciendolos más vivos con cada pestañeo. Para mi fortuna yo sólo guardo mis buenos recuerdos, trayendolos al presente en casa oportunidad que me da la vida y con el paso del tiempo el afecto que le tengo a aquellos ángeles que sonmparte de mi memoria, que Dios hizo terrenales, va en aumento. 

Como olvidar aquellas tardes de verano donde las risas opacaban la música, se escuchaba el brindis por salir victoriosas de esas largas madrugadas en donde la obligación evitaba la diversión, aquellas veces en las que las reuniones solo eran para ver a un joven mago en busca de su destino o que el canotaje fuese nuestra queja de la mañana siguiente. 


Las carcajadas y las lágrimas fueron fieles testigos del amor incondicional que nos teníamos, de cómo una comida podía ridiculizar a la más joven de los ángeles al tener que bailar con un ave muy emplumada, como a veces algunas niñas volaban y tenían que practicar un aterrizaje forzoso; esos recuerdos vivos hacen que la vida tenga sentido, que la lealtad entre hermanas no se pierde a pesar de la distancia; se puede amar aun con montañas y mesetas de por medio, porque los lazos de amistad son irrompibles. 

Ellas han hecho por mí, más de lo que yo he hecho por ellas; secaron mis gotas de sirena al llorar, curaron mis heridas de amor, me abrazaron en el desconsuelo de mi alma y me ayudaron a ir adelante. Siempre adelante. Porque uno no es genio en solitario, tengo a mis damiselas, aquellas mujeres que se merecen todo mi cariño y estima. 

Se puede aprender algo nuevo de cada una; que cuando uno es joven puede repudiar a lo que hoy piensa dedicarse, que las estrellas azules son las más bellas del firmamento, que una pierna rota puede fortalecer a la más hermosa bailarina, que la altura no es de los pies a la cabeza, sino de la cabeza al cielo, que las mejores compañías se hacen esperar y llegan casi al final del momento en que cerraras una etapa, que un golpe puede ser dado con cariño para enderezar una mala actitud, que la risa es la cura para todos los males, que una mujer puede ser la inspiración para escribir todo un libro. 


Tuve la fortuna de tener a las más bellas musas en mi Parnaso, porque ellas le dieron alas a mi inspiración, demostrándome que la amistad no es sencilla, pero vale la pena luchar por ella. 

Anely Civy

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