Friday, August 9, 2013

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Apasionadas tardes acompañaron a los jóvenes inexpertos, seduciéndose con caricias que jamás habían sentido antes, él la hacia sentir amada, ella lo hacía sentir especial; entre las sábanas no dejaban lugar para la inocencia, se fundían en una misma persona, sus besos estaban llenos de deseo, un roce en el cuello de ella desprendía una fiera lasciva desconocida para todo el mundo, su rostro angelical hacía increíble la lujuria que desbordaba su mirada. Aquel hombre tenia una mirada fría, un corazón duro, un andar despreocupado, pero al lado de aquella ninfa parecía tener un poco más de vida, encontraba calidez en su corazón.

Iniciaron con recato, prosiguieron con decoro, continuaron con prudencia y terminaron con desenfreno… lo que era deseo se volvió monotonía y lo que infundía amor, se volvió una obligación , las tardes jamás volvieron a ser las mismas, ella comenzó a fijarse en otros hombres y él dejó de confiar en ella, era tan hermosa y la quería solo para él.

Empezó a hablarle con acritud, sus palabras se volvieron horteras, y la relación languideció; ya no estaban en esa nube etérea que siempre los acompañaba, la burbuja en la que vivían explotó. Ya era una odalisca víctima de sus martirios y escocía su vida con sus constantes reproches; el valiente vive hasta que el cobarde quiere y una lúgubre noche de junio ella terminó lo que él un día comenzó. Fin de los recuerdos, de los amores eternos, de las tardes apasionadas, de los besos flagrantes.  No fue algo lacónico, duró poco más de un año, pero ella dimitió a un futuro ya no tan prometedor, se volvió hortera su unión y ella siempre había querido algo especial.

Se mantuvo alejada de todo por más de treinta noches, por más de treinta días y después de una semana de haberse visto otra vez por primera vez, él flaqueo a su orgullo y le infundió nuevamente ese amor que jamás había borrado.  Ella quería renegarlo, ignorarlo y dejarlo varado a la deriva, pero le enseñaron a ser respetuosa, además en su alma aun vivía su recuerdo, ese recuerdo que duró más de trece meses.

-¿Qué ves, bonita?
-Este libro, en verdad me parece fascinante, ¿Y a ti que cuál te gustaría tener?
-Yo lo único que quiero tener es tu corazón.

No pudo evitar sonrojarse y quiso huir a su mirada acusadora, la tomó suavemente de la muñeca y la acercó a su fornido cuerpo, un fulgor salió de su mirada, el roce de su piel fue suficiente para revivir una llama extinta, pero fue algo parco, ella no quería que transgrediera esa barrera que estaba formando, ni el mismo mar debía atravesar esa barrera que se había forjado, no quería volver a ser victima de sus besos. Aquella noche le regaló su pulsera, como un recuerdo de lo que ella pensaba ya no podría ser… pero ella desconocía que en tan solo unos meses su historia volvería a florecer.

Anely Civy

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