Tuesday, April 9, 2013

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Pero, ¿tú qué miras? Te quedas inmóvil mirándote en el espejo sin hacer nada. ¿Sabes lo que has hecho? Mira esos ojos delirantes, desencajados en sus propias cuencas, con grandes bolsas por no haber dormido en tres meses. Mira ese pelo alborotado, de no haberlo peinado en al menos tres días. Mira esa boca, cuyos labios resecos muestran una sonrisa hipócrita de felicidad por tenerla ya al fin. Miras esas manos, frías, sin sentimientos. Y no sabes qué has hecho. Llevas tanto tiempo queriendo tenerla y, ahora que la tienes, no quieres ni mirarla. Ahí está, ve hacia ella y dale todo ese amor que tenías para ella. Dale toda esa protección que querías proporcionarle para nadie le hiciera daño. Desde que la conoces la deseas, deseabas su pureza. ¿A qué esperas? 

Oh, Carmen. Es guapa, ¿verdad? Además, siempre ha sido muy amable y simpática contigo. Ahora está bastante callada. Es normal, está asustada. Has dicho ciertas cosas que le han aturdido. Nunca te había visto así. Pero ya está más calmada. ¿Y tú? ¿Te has calmado ya? Porque la has liado bien. Tus intenciones de sorprenderla han resultado, aunque de una manera un tanto negativa. Pero ahora da igual. Ve y abrázala. 

Ya es tarde. La gente se preguntará por qué no fuiste a la universidad esta mañana cuando nunca has faltado. Las compañeras de piso de Carmen también se preocuparán por ella y empezarán a preguntar por qué no ha dormido estos días allí. Ella no parece ser de las típicas tías que se van a casa de otros tíos a dormir en sus camas. Y esperemos que no sea de ese tipo. 

¿Qué harás si se dan cuenta que está contigo? Ella no creo que llame a nadie. Pero, ¿y si pierdes los papeles y llamas a tus amigos? ¿No serás tan inconsciente de chulear que está contigo? Tú bien sabes que no sería un acto de cordura. Podrían quitártela. Y entonces, ¿qué harías sin ella, tanto que has luchado para conseguirla, si se la llevaran? No quieres eso, ¿verdad? Necesitas escapar con ella lejos. No dejes que se marche así sin más. Eres tú quien debe cuidarla. 

Mírala ahí tumbada, tan apacible sobre las sabanas teñidas con su esencia. Su tez morena ahora es pálida, pulcra. Sus cabellos negros resbalando por su mejilla, acariciando su belleza. Esos ojos negros ahora cerrados por el cansancio. Deberías dormir, pareces exhausto. Pero ahora no es el momento. Escapa con ella. Si te descubren, estás acabado. Sabes que si te pillan no sólo se va, sino que podría caerte una buena. Podrías ir a la cárcel. Podrías perderlo todo. Aunque el juicio ya lo tienes perdido. Mira esas manos, bañadas de roja pasión que derramó tu amor. ¿Y todavía te preguntas qué hiciste? ¿Acaso me lo preguntas a mí? Yo no tengo ese desvarío que disfrutas en tu cabeza. Al fin y al cabo yo sólo soy reflejo. ¡No mires al suelo, te estoy hablando! ¿Ahora tu sonrisa se convierte en una mueca de culpa? ¿Ahora comienzas a comprender? Se te nota el nerviosismo, yendo de arriba para abajo. Y ahora, ¿qué harás? No pienso ser cómplice de tus memeces. Menuda absurdez. 

Y pensar que un día quisiste darle todo, ahora no tenéis nada. 

Anais

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