Wednesday, November 13, 2013

Posted by Unknown | File under :
He soñado con ir a la playa una vez más, y ver cómo sus arenas habían cambiado, y se habían convertido en acantilados de oscuro cristal que brillaban. Que la marea estaba baja, muy baja, tan baja que del mar salían montañas y penachos. Colinas al fondo, al final. El horizonte había dejado de perderse para encontrarse en una consecuencia de desfiladeros. El mar era pequeño y el que se acercaba a sus escuetas aguas tenía que escurrirse por aquellas cuestas pendientes hasta llegar a la estrecha orilla.

¿Dónde estaba el mar? ¿Dónde lo habían dejado? ¿Se habría ido? ¿Se habría enfadado? Entonces vi que de esas montañas muchas ventanas había y que se entraba a ellas por un malecón cercano. El sol picaba, era verano. Y las sombrillas verticales estaban inclinadas. La arena tenía forma de olas, mientras el mismo mar estaba calmado, náufrago de sí mientras acariciaba la nueva tierra que nacía de sus entrañas, que siempre había estado bajo sus dominios y que ahora exigían ver la luz y el cielo azul.


Yo entré a una de esas casas, eran cuevas de las profundidades cuyos ventanales vieron a diario el pesar del pescar y el pasar de los peces. Un conocido que se parecía a alguien y todavía no sé a quién me invitó a pasar. Tenía una mujer y también una hija. A veces eran negros, otras blancos como la arcilla, que raramente no era rojiza. Dije de subir a la terraza, porque desde allí vería el final y el principio de otro mundo. Todo tenía ese sabor a Gaudí. Todo había nacido a partir de Dalí.

Sire 

0 comments:

Post a Comment

ban nha mat pho ha noi bán nhà mặt phố hà nội